miércoles, 19 de febrero de 2020

Carta para un amigo que està aùn en la òrbita terrestre

Traumas, inseguridades y miedos tenemos todos.

El tema es encontrar una estrategia que nos permita capear el terreno y salir victoriosos.
Pero ello no se logra sin esfuerzo y disciplina; es necesaria una continua rutina de trabajo y un coraje mayúsculo para no reincidir en la melancolía.

La melancolía es una necedad del espíritu que te atrasa, no te  deja avanzar.

El exitismo puede ser bueno cuando te faltan galones para llegar a la meta, dado que  impulsa   a tu ser a mejorar y obtener tu objetivo con aguerrido ímpetu y fuerte convencimiento que la meta es tuya y que puedes lograrlo. 

No obstante, el exitismo es malo cuando lo asocias con honores y privilegios, eso te transforma en un ser vanidoso, displicente, altanero y superficial.

La directriz de tu cabeza debe apuntar en la órbita del destino hacia un norte posible más allá de tus talentos naturales, debes desarrollar potencialidades emocionales que equilibren  tu cerebro con el norte que trazaste o de lo contrario, estarás perdido en el espacio para siempre.

No todos nacimos para ser emperadores, monarcas o reyes pero podemos ensayar ser soberanos de nosotros mismos. Esto no lo enseña la literatura, lo aprendes a través de la vida.

Los que nos depara el futuro nunca lo sabremos, pero al menos podemos prepararnos para cualquier contingencia y en eso consiste la preparación intelectual, el ejercicio del deporte, la interacción con nuestros pares, el compromiso social, la vida familiar y el apego a valores humanos que posibilitan el lazo comunitario.

Ser más chico o más grande es una cuestión semántica, lo importante es involucrarse y ser partícipe del mundo, que nos regala, día a día, la posibilidad de crecer y contribuir con nuestro granito de arena a la formación de una sociedad que nos cobija y nos abraza. Para todo eso, debemos entender que siempre hay un orden y respetarlo como es.